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domingo, 26 de julio de 2009

Desvío del Mauri mata el agro en cuatro provincias paceñas


Más de cien comunidades peruanas y bolivianas son afectadas por la captación artificial de las aguas del río internacional en territorio del Perú. Charaña es uno de los pueblos más afectados. Sus habitantes miran impotentes cómo la provincia Pacajes muere de sed por este problema
La provincia paceña Pacajes se seca. El estuche negro y descolorido de Teófilo Paredes guarda algunos de los papeles que han intentado vanamente detener la raíz de este problema: el desvío de ríos. En los últimos 80 años, el agua que llega a Bolivia a través de algunos cauces que nacen en el Perú ha sido desviada; por ello, kilómetros de áreas bolivianas se han evaporado y cientos de campesinos emigraron y dijeron un “hasta luego” a sus familiares. Es que sin agua no hay vida. Así pasó con los cinco hijos de Teófilo, que prefirieron ir en busca de otras tierras productivas y mayores oportunidades en y fuera del país.
Pero no sólo Pacajes, similar preocupación atormenta a sus vecinas Aroma, José Manuel Pando y Gualberto Villarroel, y a la etnia de los urus en Oruro. Tras 15 años de reclamos infructuosos de los lugareños, por fin se anuncian acciones estatales para garantizar la preservación del ecosistema de estas zonas y del líquido que llega de un manantial en especial: el Mauri. No es para menos. El desvío de las corrientes de este cuerpo de agua internacional afectaría a más de cien aldeas de Bolivia y Perú. Más aún, la gente reclama por otro río cuyas aguas ya no recorren su territorio por culpa de canales artificiales peruanos y otro que parece correr esta penosa suerte.
El líquido de estos reservorios es llevado a la ciudad de Tacna para saciar la sed de las empresas mineras desde 1921. Los efectos negativos de esta acción, según afectados, son las largas y serpenteantes huellas de arena donde antes había bofedales y ríos llenos de vida, profundos cauces por donde hoy pasa menos de la mitad de corriente que hace cien años, lo cual perjudica a los pobladores que no tienen servicio de agua potable, vuelve improductivos los cultivos y mata de sed a los animales y plantas. La sequedad de los pozos, de los manantiales y de la tierra hace que Pacajes padezca una agonía lenta.
Un desvío que inició en 1921
Esquivando y atravesando la línea fronteriza, la cadena de montañas nevadas se alzan como una barrera entre Bolivia y los Estados vecinos. La Cordillera occidental de los Andes es el origen de ríos que en su recorrido atraviesan más de un país. Uno de ellos es el Mauri, que nace en el cerro peruano Llallagua y se convierte en un río internacional de curso sucesivo, la arteria principal de una cuenca que, como pequeñas venas, provee de líquido a más de un centenar de poblaciones en el sur del Perú y el occidente boliviano.
Antonio Bazoberry Quiroga, en su libro El mito del Silala, define como “río internacional de curso sucesivo o transfronterizo” a los cursos de agua que en su recorrido cruzan el límite territorial, de un país a otro, mientras que los denominados “ríos internacionales de curso continuo” son aquellos cuyas aguas sirven para marcar el límite geográfico entre dos naciones.
El Mauri ingresa en suelo boliviano por una quebrada cercana a las ruinas de Tambo Mauri, en la provincia José Manuel Pando de La Paz, y traspasa las provincias occidentales Pacajes, Aroma y Gualberto Villarroel, antes de desembocar en el río Desaguadero. Pasa a aproximadamente diez kilómetros del punto tripartito donde coinciden las líneas divisorias de Bolivia, Perú y Chile, y a unos 25 kilómetros al norte de Charaña, capital de la quinta sección de Pacajes.
Durante esta época, al mediodía todavía pueden verse en sus orillas el agua solidificada por el frío intenso que azota la región, trozos de hielo de hasta diez centímetros de grosor. A los costados del accidentado camino que lleva hacia la línea fronteriza se presentan los rebaños de llamas, alpacas y vicuñas que buscan entre las tholas, kiswaras, pajabravas, yaretas y piedras el poco forraje que hay para el alimento. De vez en cuando se aprecian algunas vacas y burros.
Un estudio realizado por el Proyecto Especial Lago Titicaca, de Perú, señala que la humedad del Mauri beneficia a 9.500 kilómetros cuadrados en su travesía de 195 kilómetros en territorio boliviano, desde la frontera. Sus aguas, aptas para el consumo, purifican las salinas del río Desaguadero en la región paceña; y una consecuencia de su probable desaparición sería que esta salinidad aumente en el lago orureño Poopó matando toda vida.
El presidente del Parlamento Aymara boliviano, Max Paredes, ha elaborado una recopilación histórica de lo sucedido en la cuenca del Mauri. Su documentación explica que, después de la Guerra del Pacífico de 1879 y a comienzos del siglo XX, Chile y Perú debían definir la pertenencia de los sectores de Tacna y Arica; en tanto que el Gobierno chileno concedió extraer tres mil litros por segundo de las aguas del río Mauri y mil litros del río Juchusuma para regar el valle de Tacna. Las obras empezaron en 1921.
Bolivia emitió su reclamo y logró que el cauce del Mauri no fuera desviado; sin embargo no obtuvo el mismo resultado con el Juchusuma, cuyo torrente ya corría por un canal que descendía a Tacna. Más todavía, con el tratado de Lima de 1929, Perú recuperó esta zona, donde ya se habían implementado trabajos de captación de las aguas del Mauri. Así, en la década de 1950, Perú reanudó las obras de irrigación con destino a Tacna y construyó un nuevo canal de cemento y piedra, paralelo al hecho por los chilenos en 1921, con el que terminaron de “llevarse” todo el Juchusuma. Hasta entonces, el bofedal de este cauce, que alimentaba al Mauri, ya se había secado.
El intendente de Charaña, Vicente Poma Paco, recuerda las historias de sus padres, quienes le contaron cómo era el sitio donde ahora sólo se puede escarbar en arena. “Dicen que esas veces el Juchusuma era un buen bofedal, ni siquiera era sólo río. Ahora ha quedado totalmente desierto, no corre ni una gota de agua. Perú es el que se la ha llevado cien por ciento”.
El ingeniero Alfonso Cosme, técnico del Ministerio de Agua y Medio Ambiente, indica que en épocas de lluvia aún este sector se humedece por corto tiempo, y a veces incluso el agua intenta correr por las venas arenosas; pero no es suficiente, ni siquiera para saciar la sed de la gente del lugar. Se calcula que la afectación por la desviación de aguas es de unas 600 hectáreas de bofedales en suelo boliviano.
Eso no es todo. Paredes afirma que en 1985 el Perú inició la construcción del Túnel Transandino de Kovire, que incluye “el encauzamiento de los ríos Jankujaqi y Chilikullku que en territorio peruano dan origen al río Mauri, cada uno con un caudal de unos mil litros por segundo”. La obra se concluyó en 1994 y, desde ese momento, los canales del Kovire funcionan sin descanso. Por ello, el cauce del Mauri, calculado en 3.200 litros por segundo al entrar en Bolivia, quedó con aproximadamente 1.200 litros. Pero hay más: para estas aguas “sobrantes” se edificó la represa peruana Chuyapalka o Kalanch’aka. Entre los años 1975 y 1995 hubo varias denuncias de nuevas perforaciones en diferentes sectores cercanos al flujo de los ríos internacionales, aunque no fueron demostradas.
Según la documentación acumulada por Paredes, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada visitó Perú entre el 2 y 7 de julio de 1994. Entonces, con su homólogo peruano, Alberto Fujimori, firmó una “Declaración conjunta” de 31 incisos. El punto 14 menciona “la necesidad del aprovechamiento del río Mauri, en beneficio de ambos países”, lo cual dio paso al Perú a que construyera sus obras de desvío hacia Tacna. En el mismo pacto, los mandatarios acordaron elaborar “programas de carácter integrador en las regiones fronterizas”. Hasta el momento, sentencia Paredes, lo único que se hizo es un estudio socioeconómico de la zona boliviana por expertos peruanos, cuyo informe justifica el trasvase del río Mauri.
Un frío seco pasea por estas planicies olvidadas, donde un puñado de aymaras y sus descendientes ha permanecido durante décadas para sentar soberanía. Los campesinos se muestran preocupados. En las palabras de Félix Butrón Villanueva, vecino de Charaña y ex mallku del lugar, se halla la incertidumbre de los lugareños. “Estos últimos años ni siquiera la lluvia cae en su mismo tiempo. Si es que llueve, es a destiempo, y la lluvia se va cuando no tiene que irse, entonces no da buen forraje. El ventarrón que corre entierra lo poco de los ríos. Ésa es nuestra preocupación para este sector de la frontera. El desvío del agua afecta”.
Poma precisa que son tres los ríos afectados por los pozos y canales hechos en el lado peruano, ya que primero fue el Juchusuma, un antecedente nefasto cuya huella de arena ha quedado en esa provincia; el Mauri, sobre cuyo cauce informa que hay 18 pozos para la extracción de sus aguas, aunque hasta hoy sólo han funcionado ocho, y finalmente el Kañu, un río internacional que en su recorrido se fusiona con el Mauri. “Ya están haciendo el canal para desviar las aguas del Mauri y Kañu —afirma Butrón—, para conectarlo al canal que ya estaba hecho anteriormente del Juchusuma. Lo van a conectar, se va a ir el río ¿Y nosotros en qué vamos a quedar?”.
El Intendente de Charaña comenta que los pozos construidos en territorio peruano, si bien no están sobre el mismo río Kañu, o sea, en sus vertientes, fueron introducidos en “las venas”, afluentes subterráneos que recorren antes de salir el agua a la superficie. “Cuando la bomba entra en funcionamiento, el ojito donde sale el agua automáticamente se seca, eso afecta al río Kañu que antes tenía buen caudal, pero actualmente ha disminuido hasta un 50 por ciento”.
Un tema de nuevo en agenda
El Estado boliviano ha vuelto a poner sobre el tapete de las discusiones el desvío del Mauri. Lo llamativo es que la denuncia ha emergido en medio de la ruptura de relaciones diplomáticas entre Perú y Bolivia por los frecuentes enfrentamientos verbales entre los presidentes Evo Morales y Alan García, lo cual ha desembocado en que la nación vecina retire a su Embajador de la ciudad de La Paz, sin que haya retornado a la fecha; y no hay visos de una solución al impasse.
El ex canciller Javier Murillo de la Rocha recuerda que entre los años 2001 y 2002 hubo muchos reclamos de los pobladores de la zona de Charaña. En 2003, la Autoridad Binacional del Lago Titicaca (ALT) recomendó que los dos Estados se pusieran de acuerdo para el uso de las aguas del Mauri en beneficio mutuo. “En 2002, en febrero, el Gobierno creó una comisión técnica para realizar estudios y llegar al acuerdo. Entre las tareas y objetivos estaban el cuantificar el caudal en las construcciones del Perú, evaluar el impacto de las obras en el caudal de agua que ingresa a Bolivia, determinar el volumen de uso de las aguas en las obras del Perú y realizar un análisis de la contaminación. La comisión se reunió cuatro veces, la última en 2004 y desde entonces nadie retomó la iniciativa”.
El ingeniero Cosme cuenta que actualmente el equipo jurídico de la Cancillería analiza este trasvase, mientras que el Ministerio de Aguas planifica invertir en el Mauri para beneficiar a los municipios irrigados con sus aguas, como Charaña, Santiago de Callapa y Calacoto. Hasta el momento, el Gobierno sólo ha dirigido una nota a su par peruano para hacer el reclamo y anunció la posibilidad de entablar una demanda ante instancias internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas.
Al respecto, Armando Loaiza, quien también fue ministro de Relaciones Exteriores, afirma que en el caso del Mauri se debe tomar en cuenta que el derecho internacional obliga a los Estados a buscar acuerdos entre ellos antes de recurrir a instancias extranjeras. Sostiene que así lo especifican la Convención de la Organización de las Naciones Unidas para el uso de aguas con fines distintos a la navegación y la Declaración de Montevideo; aparte de que ambos documentos fueron suscritos por Bolivia y Perú.
Las construcciones que afectan al Mauri no son un mito. La periodista Ana Apaza, de la Red Erbol, viajó al lado peruano en la zona conflictiva para verificarlas. Ella relata que los canales Calachaca, Chuapalca y Patapujo son edificaciones de cemento que tienen como único objetivo la desviación del Mauri y tienen una profundidad aproximada de dos metros, un ancho de al menos cuatro y una longitud de 143,10 kilómetros hacia el interior de Perú.
Y esto tiene consecuencias preocupantes para los pobladores que precisan del líquido. El pozo del sector peruano en el punto tripartito de frontera apenas tiene agua dos o tres horas al día, insuficiente para llenar los 16 barriles necesarios para abastecer a las 30 familias asentadas en el área. Teresa Machicado sujeta sus manos y las apoya sobre sus polleras descoloridas mientras explica que vive a orillas del río Kañu. Revela que las parentelas del lugar se reunieron con representantes de unas diez estancias o grupos familiares, quienes les dieron noticias que causaron zozobra, ya que puede haber nuevas construcciones cerca de los ríos. “Un ingeniero nos ha dicho que están perforando. La gente que vive en el río Kañu dice que el Gobierno (peruano) les había prometido: ‘Les vamos a dar cinco hectáreas de terreno hacia el valle y diez alpacas o 20 (para dejar sus reclamos)’; y entonces se negaron”.
Relata que los lugareños de Ancomarca, en Perú, elaboraron un acta de rechazo a las nuevas edificaciones, pero éstas no se detuvieron y más bien los canales siguen siendo abiertos, mientras los tractores trabajan sin cesar y las volquetas van y vienen por la zona. Teresa asevera que sus vecinos peruanos pidieron el apoyo del lado boliviano para que la denuncia se haga de manera conjunta, para evitar el terminado de los pozos y seguir viviendo donde han nacido.
Teófilo saca de su estuche negro, de entre varios documentos, una copia de aquella acta, elaborada en Ancomarca el 7 de diciembre de 2008, que en una parte dice: “… Expresamos nuestro total rechazo a la presencia de los ingenieros del Proyecto Especial Tacna, PET, y de la consultoría andina, porque ambos se han puesto de acuerdo a espaldas de la comunidad (…) pretenden poner un parche a los perjuicios que nos han causado durante más de 20 años, ocasionando una total sequedad y agrediendo a nuestros territorios y bofedales (…) lo que pretende PET es conseguir ilegalmente una licencia social para su proyecto Vilavilani dos, que consiste en perforar 17 pozos más en el Ayro y sacar con mayor impunidad agua de nuestras fuentes subterráneas de agua dulce entregándolas a empresas mineras, bajo pretexto agrícola o habitacional, nuestra comunidad exige en primer lugar el sellado de todos los pozos…”.
Las autoridades peruanas callan. Domingo se comunicó con las oficinas del Proyecto Especial Tacna, para conversar con su gerente general, Julio Ferreyra León, pero la persona que atendió la llamada dijo que en asuntos internacionales toda explicación debe otorgarla la Embajada peruana en Bolivia o finalmente la Cancillería. Sin embargo, la representación diplomático no se pronunció y, según fuentes, no emitirá declaraciones en medio de una coyuntura sensible como la que viven ambos gobiernos, además de que su representante fue retirado de suelo boliviano.
Más allá de las fronteras, Pilar Romero, de Ancomarca, confirma el rechazo a la oferta que les hicieron el año pasado los integrantes del Proyecto Especial Tacna. “Quieren darnos ganadería. ¿Y dónde nos vamos a criarla si esto está seco? Sin agua no hay nada, se mueren los ganados ahora. También nos ofrecen trabajos, como hay el canal dicen que va a haber trabajo”.
Gertrudis Yufra, también lugareña peruana, con su niño en brazos, precisa que el problema involucra a habitantes de ambos países. Sólo en el sector peruano calcula que son 400 las familias perjudicadas desde hace una década, las que viven a orillas de los ríos Mauri y Kañu. “Ahí están haciendo (obras), ahora adentro de la tierra, por donde va un tubo. Son túneles para llevar el río Mauri también. Es por Chiluyo Grande, por ese lado están haciendo ya hace tiempo. Un día seguro que ya lo van a atajar el agua, y se va el río Mauri, este río Kañu también se va”.
La descripción que hace el peruano Virginio Quispe Maurino, quien vive sobre el Kañu, es más concreta. Hace diez años, su familia todavía podía criar 200 llamas, pero ahora apenas sostiene 50, porque no hay alimento para ellas. Los bofedales en la franja fronteriza igualmente se han secado.
Ahora está encargado de extraer agua del pozo en el punto tripartito peruano, es empleado de la municipalidad de Palca. Llena los turriles plásticos y los reparte. Extrañamente desde principios de año el pozo podía dar agua hasta tres días seguidos, pero ahora el líquido escasea. Su esperanza es que esta crisis se deba a la falta de limpieza de los sistemas internos, aunque luego reflexiona: “El río de por sí se está achicando, se está secando, tenemos animalitos, alpaquitas, llamas hay, pero ya no hay bofedal, se está secando, la hoja es seca ya”. Añade que los trabajos de canalización en su país están sobre las vertientes del Mauri, el Kañu y en el lago Cuchimus.
La gente de Charaña y de las aldeas fronterizas no resigna su lucha y sus reclamos. En septiembre sostendrán un nuevo encuentro con representantes de Perú para evaluar la situación. Pero existe temor. Juan Roca, vecino del lugar, se queja. “Nosotros como habitantes en esta región cuidamos la frontera. Ahora, si nos van a cortar los caudales de estos ríos va a tener que ocurrir un éxodo, porque estamos condenados a morir, vamos a tener que buscar otros sitios. Creo que la política de Estado debería estar orientada a cuidar la vida, no sólo de la flora y fauna, sino de los seres vivos”.
Inevitablemente algunos se han ido. Pero muchos, como Teófilo, Vicente o Juan, permanecen todavía por sus esperanzas de que las cosas cambien. En la oficina de la Alcaldía de Charaña, los líderes se reúnen. Sus rostros color cobre, opacos, duros, tienen miradas tristes, tal vez recordando los años en que afrontaron el asedio extranjero, o pensando en su indomable tierra que les impide tener cultivos, más aún por el desvío de las aguas, lo que amenaza la única actividad productiva que les queda: la cría de animales, en este clima inmóvil que desde hace un siglo los cubre de frío y que se muere de sed.
El Gobierno planea invertir en las poblaciones fronterizas
El ingeniero Alfonso Cosme, técnico del Ministerio de Aguas y Medio Ambiente, reprocha que en gestiones anteriores se haya permitido el uso y el desvío de las aguas del río Mauri, en perjuicio de cuatro provincias paceñas en la frontera con Perú y Chile. Ahora que un equipo jurídico de la Cancillería analiza el tema, justo cuando existe un conflicto diplomático con Perú, también se plantea un proyecto de cooperación para este sector fronterizo, con la posibilidad de construir microempresas y pozos y aprovechar las energías eólica y solar para beneficio de unos cinco municipios.
—¿Se conocen las nuevas construcciones que se realizan sobre el río Mauri o que afecten a éste en el lado peruano?
—Han habido denuncias de regantes del Mauri y del Desaguadero. De la parte de los peruanos estarían planificando hacer nueva perforación de pozos. Cuando se perfora un pozo, por efecto de la percolación de aguas, puede haber deficiencia de líquido, sequía general, pero eso depende de un estudio geológico que habría que hacer en el sector.
—¿Por qué surge el tema cuando las relaciones bilaterales son conflictivas?
—Habría sido bueno que en su momento se tomen acciones, hace quince años; pero ya no podemos hablar de eso. Ahora habrá que hacer cumplir la regulación porque es un tema que la gente del lugar necesita que se resuelva porque cree que hay un peligro. Con la Dirección de Medio Ambiente de Bolivia vamos a cooperar con la identificación del impacto en la zona que cubre el río Mauri y el impacto en la actividad de la zona, que es básicamente la cría de camélidos.
—¿Cuáles son los planteamientos que tiene el Gobierno hacia adelante?
—Estamos trabajando en un proyecto que hemos llamado Manejo Integral del Río Mauri. Un componente fundamental es el de control hidráulico, el de cosecha de aguas. Los municipios de Charaña, Calacoto, Santiago de Callapa y otros tienen carencia de agua, especialmente en época de estiaje.
Ya estamos en etapa de preinversión, de estudio, eso contempla que el estudio va a significar la construcción de algibes, de atajados, de algunas minirrepresas y perforación de pozos, entre otros. La gente nos ha solicitado que primero se atienda el consumo humano y posteriormente las actividades de riego.
—¿El proyecto consta de otras obras fuera de los cauces hídricos?
—También vamos a ver la posibilidad de implementar tecnologías a través de energías solar y eólica. La energía que tienen es poca, aunque el problema es el costo de mantenimiento que la misma gente dice estar dispuesta a cubrir. Vamos a trabajar con la recuperación de campos de pastoreo porque hay mucha desertización de suelos, sobrepastoreo y sobrecarga animal. En el lugar existen vicuñas (una especie protegida) que necesitan un plan de manejo y conservación.
Por otro lado, estamos trabajando en lo que es manejo y conservación de suelos. Podemos decir que la zona es casi pelada, está erosionada, entonces se debe forestar con especies nativas. Pensamos introducir, por ejemplo, la thola, la kiswara, y así recuperar el ecosistema de la zona. Para todo ello es necesario hacer participar a los beneficiarios en el manejo de cuencas y la importancia de éstas.
—¿Cuándo inician las obras y en qué tiempo serán concluidas?
—Se han sorteado cuatro municipios. Empezamos la preinversión con Charaña a partir de agosto, luego correría la preinversión a la Alcaldía de Calacoto. Presumimos que va a ser un proyecto integral que mínimo durará dos años, porque la zona es grande.
Antecedentes legales sobre uso de ríos internacionales
Bolivia, como muchos países, ha suscrito convenios internacionales sobre el uso de aguas internacionales, cuyos lineamientos se deben respetar y se pueden utilizar como base para iniciar reclamos. Algunos de ellos son:
Declaración de Montevideo de 1933
Determina que en el caso de ríos internacionales de curso sucesivo, que son aquellos que cruzan fronteras, el país del curso superior (donde nace o pasa primero) debe recabar el consentimiento del país del curso inferior (al que llega) para cualquier uso que quiera darles.
Declaración de Asunción de 1971
En materia de aprovechamiento de las aguas de un río internacional de curso sucesivo, el país de curso superior no debe causar daños sensibles al país del curso inferior.
Resolución de la ONU de 1997
En Mar del Plata, Argentina, la ONU aprobó una resolución en el sentido de que, para el aprovechamiento de las aguas de un río internacional de curso sucesivo, el país del curso superior debe previamente obtener el consentimiento (previsto en la Declaración de Montevideo de 1933) y además no debe causar daño sensible (Declaración de Asunción de 1971) al país de curso inferior.
Tesis boliviana de 1921
Existía en el consenso internacional una ley tácita de que ningún país podrá desviar las aguas de un río internacional de una cuenca hidrográfica a otra cuenca hidrográfica.
Declaración conjunta de 1994
El punto 31 del documento dicta “la necesidad del aprovechamiento del río Mauri, en beneficio de ambos países (Perú y Bolivia). El punto 15 establece: “Acordaron la elaboración de programas de carácter integrador de las regiones fronterizas andina amazónica, inicialmente en las localidades de Charaña, en Bolivia; de Puerto Pardo, en el Perú, y de Desaguadero en los dos países”.

Fuente : http://www.laprensa.com.bo/domingo/26-07-09/edicion.php

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