La Razón / Svetlana Salvatierra
— ¿Por qué nace el Programa de Alianzas Rurales (PAR)?
— El apoyo al sector rural estaba concentrado en políticas públicas muy restringidas por el concepto de inversión pública. La problemática rural es más de inversión de las economías familiares. Antes del PAR, el apoyo al sector campesino era limitado a bienes comunes: podíamos construir un sistema de riego, pero ¿qué de la conexión hacia la finca, hacia la unidad, hacia la parcela productiva de la familia campesina, que no tiene recursos a pesar de que tiene iniciativas? Por esta limitación, el campesino queda al margen de un esquema real de desarrollo rural.
La idea del proyecto era que no recurran a las ONG financieras o entidades no reguladas que prestan dinero y no tengan la capacidad de devolverlo. La cosecha no es un empleo con pagos mensuales, se realiza una o dos veces al año, según el cultivo. Y las tasas de interés aún son altas, hoy son 18% y antes 30%. El préstamo para el pequeño productor en vez de sacarlo de la pobreza lo deja más pobre. Conozco ejemplos, como un productor lechero que se prestó para comprar vacas, las tuvo que vender para cumplir los pagos y hoy vive en El Alto como albañil.
Otro tema complicado es la precariedad en los sistemas de producción para lograr un producto accesible al mercado con precios adecuados. Son temas de justicia e igualdad de oportunidades para los pequeños productores; así nació el Proyecto de Alianzas Rurales en 2005. Empezamos en 2006 y un año después logramos que el Parlamento apruebe el convenio de financiamiento con el Banco Mundial. Iniciamos con $us 28,4 millones. Es un proyecto estrella, según instituciones extranjeras que evalúan este tipo de proyectos.
— ¿En qué consiste el PAR?
— La finalidad es incrementar los ingresos de los pequeños productores rurales, asociarlos y mejorar su acceso a los mercados. Partimos en 45 municipios y ya estamos en 110 municipios.
— ¿Bajo qué características?
— Más del 50% de su población vive en el área rural; son pobres, tienen potencialidades; reciben migración interna, hay gente que se va al Chapare, a Santa Cruz, al Chaco y últimamente a la zona del salar de Uyuni.
— ¿Cuántos pobres hay allí?
— Más del 90% tiene necesidades básicas insatisfechas y más del 78% vive por debajo de la línea de pobreza; son más de un millón de habitantes. Ya llegamos a 36 mil familias, unas 165 mil personas en el país, excepto Pando.
— ¿Cómo seleccionan?
— Difundimos el proyecto a las autoridades electas y productores. Luego les ayudamos en su formalización como asociación de productores, a conseguir su personalidad jurídica y sus estatutos. Con el apoyo de técnicos se elabora el proyecto productivo hasta que tengan su plan de negocios. Hacemos una evaluación financiera para ver su rentabilidad, que no genere conflictos en la comunidad, y una evaluación ambiental. Luego procedemos a la transferencia de recursos a la cuenta bancaria que abrieron. Les financiamos el 70%, ellos ponen el 30%.
— ¿Qué implica ese 30%?
— Genera un compromiso económico y demuestra que es un proyecto que realmente necesitan, que van a ejercer un control social estricto a sus dirigentes, que controlarán al centavo porque también generarán bienes comunes. Trabajamos con 794 asociaciones de productores y comprometimos $us 43 millones. Transferimos recursos a 752 asociaciones por Bs 215 millones (unos $us 32 millones).
— ¿Mejoraron su economía?
— Con el proyecto, las familias campesinas subieron sus ingresos en $us 2.000 anuales por unidad productiva. Antes, la familia campesina sin acceso a riego obtenía $us 350 anuales y la que tiene sistema de riego complementario a las lluvias de verano estaba por encima de $us 1.200 anuales. El PAR está incrementando los ingresos de las familias campesinas en un 30%. Apoyamos a crear el 80% de las nuevas asociaciones.
— ¿Qué tipo de proyectos?
— La mayoría son agrícolas. Es una de la razones por las que el PAR tiene éxito. Apoyamos iniciativas para la quinua, hortalizas, papa, frutas, café, cacao, achiote, sésamo y otros; ganado y leche; también artesanía y comunidades turísticas.
— ¿Para el mercado local?
— El 60% de los productos son para consumo interno y el 40% es para la exportación (como la quinua, café y sésamo).
— ¿Qué viene después?
— Hemos propuesto al Gobierno y al BM una segunda fase con la intención de apoyar a que estas familias se financien el 70% y les ayudemos con el 30%.
— ¿Ellos tienen que aprender a trabajar como empresa?
— Exacto. También tienen que mantener los centros de acopio porque se arruinan y desprecian. Es la parte más complicada (asumir responsabilidades) dentro de las asociaciones.
— ¿Necesitan más gestión administrativa?
— Creo que la capacitación empresarial es el tema y además desarrollar un sistema de incentivos para promover la eficiencia dentro de sus asociaciones. Si los socios son ineficientes, también la asociación.
Enlace : http://www.la-razon.com/suplementos/financiero/familias-campesinas-subieron-ingresos-anuales_0_1536446442.html
— ¿Por qué nace el Programa de Alianzas Rurales (PAR)?
— El apoyo al sector rural estaba concentrado en políticas públicas muy restringidas por el concepto de inversión pública. La problemática rural es más de inversión de las economías familiares. Antes del PAR, el apoyo al sector campesino era limitado a bienes comunes: podíamos construir un sistema de riego, pero ¿qué de la conexión hacia la finca, hacia la unidad, hacia la parcela productiva de la familia campesina, que no tiene recursos a pesar de que tiene iniciativas? Por esta limitación, el campesino queda al margen de un esquema real de desarrollo rural.
La idea del proyecto era que no recurran a las ONG financieras o entidades no reguladas que prestan dinero y no tengan la capacidad de devolverlo. La cosecha no es un empleo con pagos mensuales, se realiza una o dos veces al año, según el cultivo. Y las tasas de interés aún son altas, hoy son 18% y antes 30%. El préstamo para el pequeño productor en vez de sacarlo de la pobreza lo deja más pobre. Conozco ejemplos, como un productor lechero que se prestó para comprar vacas, las tuvo que vender para cumplir los pagos y hoy vive en El Alto como albañil.
Otro tema complicado es la precariedad en los sistemas de producción para lograr un producto accesible al mercado con precios adecuados. Son temas de justicia e igualdad de oportunidades para los pequeños productores; así nació el Proyecto de Alianzas Rurales en 2005. Empezamos en 2006 y un año después logramos que el Parlamento apruebe el convenio de financiamiento con el Banco Mundial. Iniciamos con $us 28,4 millones. Es un proyecto estrella, según instituciones extranjeras que evalúan este tipo de proyectos.
— ¿En qué consiste el PAR?
— La finalidad es incrementar los ingresos de los pequeños productores rurales, asociarlos y mejorar su acceso a los mercados. Partimos en 45 municipios y ya estamos en 110 municipios.
— ¿Bajo qué características?
— Más del 50% de su población vive en el área rural; son pobres, tienen potencialidades; reciben migración interna, hay gente que se va al Chapare, a Santa Cruz, al Chaco y últimamente a la zona del salar de Uyuni.
— ¿Cuántos pobres hay allí?
— Más del 90% tiene necesidades básicas insatisfechas y más del 78% vive por debajo de la línea de pobreza; son más de un millón de habitantes. Ya llegamos a 36 mil familias, unas 165 mil personas en el país, excepto Pando.
— ¿Cómo seleccionan?
— Difundimos el proyecto a las autoridades electas y productores. Luego les ayudamos en su formalización como asociación de productores, a conseguir su personalidad jurídica y sus estatutos. Con el apoyo de técnicos se elabora el proyecto productivo hasta que tengan su plan de negocios. Hacemos una evaluación financiera para ver su rentabilidad, que no genere conflictos en la comunidad, y una evaluación ambiental. Luego procedemos a la transferencia de recursos a la cuenta bancaria que abrieron. Les financiamos el 70%, ellos ponen el 30%.
— ¿Qué implica ese 30%?
— Genera un compromiso económico y demuestra que es un proyecto que realmente necesitan, que van a ejercer un control social estricto a sus dirigentes, que controlarán al centavo porque también generarán bienes comunes. Trabajamos con 794 asociaciones de productores y comprometimos $us 43 millones. Transferimos recursos a 752 asociaciones por Bs 215 millones (unos $us 32 millones).
— ¿Mejoraron su economía?
— Con el proyecto, las familias campesinas subieron sus ingresos en $us 2.000 anuales por unidad productiva. Antes, la familia campesina sin acceso a riego obtenía $us 350 anuales y la que tiene sistema de riego complementario a las lluvias de verano estaba por encima de $us 1.200 anuales. El PAR está incrementando los ingresos de las familias campesinas en un 30%. Apoyamos a crear el 80% de las nuevas asociaciones.
— ¿Qué tipo de proyectos?
— La mayoría son agrícolas. Es una de la razones por las que el PAR tiene éxito. Apoyamos iniciativas para la quinua, hortalizas, papa, frutas, café, cacao, achiote, sésamo y otros; ganado y leche; también artesanía y comunidades turísticas.
— ¿Para el mercado local?
— El 60% de los productos son para consumo interno y el 40% es para la exportación (como la quinua, café y sésamo).
— ¿Qué viene después?
— Hemos propuesto al Gobierno y al BM una segunda fase con la intención de apoyar a que estas familias se financien el 70% y les ayudemos con el 30%.
— ¿Ellos tienen que aprender a trabajar como empresa?
— Exacto. También tienen que mantener los centros de acopio porque se arruinan y desprecian. Es la parte más complicada (asumir responsabilidades) dentro de las asociaciones.
— ¿Necesitan más gestión administrativa?
— Creo que la capacitación empresarial es el tema y además desarrollar un sistema de incentivos para promover la eficiencia dentro de sus asociaciones. Si los socios son ineficientes, también la asociación.
Enlace : http://www.la-razon.com/suplementos/financiero/familias-campesinas-subieron-ingresos-anuales_0_1536446442.html
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