Tiquipaya, BOLIVIA, 19 abr (ABI).- La I Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra (CMPCC) congregará, entre martes y jueves, en la pequeña ciudad Tiquipaya, centro de Bolivia, a 5 presidentes de Latinoamérica y entre 18.000 y 20.000 representantes de movimientos indígenas y sociales de 129 países del planeta en un intento, desde la base, por lograr un consenso que promueva el recorte efectivo de las emisiones de gas de efecto invernadero que han trastocado la atmósfera.
Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Venezuela, Hugo Chávez; de Paraguay, Fernando Lugo y de Nicaragua, Daniel Ortega, y entre otros cinco vicepresidentes, de la africana Burundi, Pierre Claver y el premier de Antigua y Barbuda, Balwin Spenser, realzarán la CMPCC, junto a decenas de invitados especiales.
El encuentro fue convocado por el presidente boliviano Evo Morales tras el fracaso de la Cumbre de Copenhague que concluyó en medio de un rotundo fracaso y plagada de planteamientos evasivos y no vinculantes en diciembre último.
La CMPCC, que ha convertido a este remoto poblado boliviano en una genuina Torre de Babel, donde se debate en diversas lenguas de todas las latitudes, busca meter presión por medios pacíficos y democráticos -como un pronunciamiento mundial por vía de un referendo- para que las grandes potencias industriales reduzcan entre 25% y 40% las emisiones globales de CO2 en 2020.
Si esto no ocurriera, como ha evadido la resolución de la Cumbre de Copenhague, la temperatura en el globo aumentará más de dos grados de media y provocará, de manera irreductible, sequías, huracanes y millones de desplazados en los países en desarrollo.
La CMPCC radicará, ése su objetivo, una querella contra los líderes de los principales países emisores que han sido incapaces de lograr un pacto con medidas suficientes para evitar la catástrofe climática y que en medio de premuras parieron en Copenhague un acuerdo de pocos, no vinculante, que no contiene cifras de recorte de emisiones de CO2 ni la creación de un sistema de control internacional para verificar las emisiones de los países emergentes.
Morales lidera una iniciativa para "salvar a la humanidad y el planeta" que la CMPCC plasmará en una postura multinacional de los pueblos que sufren, en medio de la miseria, la degradación irremisible de la naturaleza.
El laureado escritor uruguayo, Eduardo Galeano, celebró en Montevideo la realización de la CMPCC en la indígena Bolivia, corazón geográfico de Sudamérica, desde donde parece emerger un grito de resistencia contra la ruina del planeta.
"Yo quiero celebrar la fuerza de la verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida vendida Bolivia", escribió al tiempo de lamentar su inasistencia a esta cita alternativa a la de Copenhague.
En medio de las protestas de miles de manifestantes y activistas pro ambientalistas, las potencias industriales plantearon en Copenhague un fondo de 30.000 millones de dólares para pagar la adaptación al cambio climático de los países pobres entre 2010 y 2012, y otro de 100.000 millones para el 2020, pero sin aclarar de dónde saldrá la financiación de un presupuesto que equivale a la sexta parte del presupuesto militar de Estados Unidos.
Copenhague postuló, como objetivo, evitar una subida de más de dos grados en la temperatura del planeta para sortear "una interferencia peligrosa" con el clima, pero remarcó el límite de que las emisiones deberán tocar techo "lo antes posible".
Al principio de la cumbre el objetivo era fijarlo en 2020 y no fija objetivos para 2050.
Mantener el nivel actual de las emisiones representa, en términos reales que, por ejemplo, Tuvulu y Maldivia, islas de la Polinesia, que apenas emergen 5 y 2 metros sobre el nivel del mar, desaparezcan en 2050 tragadas por el mar crecido, fruto del deshiele, si no se frena el calentamiento global, que azuzan todos los días las emisiones de CO2.
No frenar el calentamiento global o, lo que es lo mismo, mantener el nivel de las emisiones canalizará los planes de las potencias concernidas en este barullo, de comprar un territorio en Australia u otro país con grandes superficies, para mudar a toda la población desplazada por los estertores de la naturaleza.
EEUU, el país más contaminante del mundo per cápita que emite 20% de los gases nocivos no acepta metas de reducción de sustancias contaminantes, ni mecanismos que hiciera obligatorio un acuerdo en sentido contrario a sus intereses. Washington se dijo en Copenhague dispuesto a aceptar una meta de reducción del 6% para 2020, pero en base de los niveles de 1990, cuando se hacía imperiosa una reducción de entre el 25 y el 40%.
La emergente e industrializada República Popular China es, en la misma línea, considerado el país más contaminante en volumen de emisiones, pues tiene 5 veces más población que EEUU.
Si tal situación no recibe un freno es "evidente" que la "gran catástrofe amenaza nuestra especie", porque existe un "egoísmo ciego de una minoría privilegiada y rica" que pretende lanzar el peso de los sacrificios a todos los habitantes del planeta, dijo el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, en un escrito publicado en diciembre último.
Al paso de este potencial descalabro saldrá la CMPCC, dijo el plenipotenciario boliviano ante NNUU, Pablo Solon.
A la cita de Tiquipaya, que busca plantar cara a la Cumbre de Copenhague, asisten además el argentino Adolfo Pérez Esquivel y la guatemalteca Rigoberta Menchú, como así invitados especiales tales como Bill McKibben, periodista ecológico; Christo Carlos, más conocido como Frei Betto, teólogo de la liberación y asesor especial del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, y Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador.
También Corman Cullinan, de Malasia, que impulsó los derechos de la Madre Tierra; Vandana Shiva, científica, filósofa y escritora india; Miguel D´Escoto, diplomático nicaragüense y ex presidente de la Asamblea General de la ONU y José Antonio Martín Pallín, magistrado español.
Entre las personalidades mundiales que se han dado cita en Tiquipaya destaca, asimismo, Francois Houtard, sociólogo belga progresista; el suizo Martín Khor, ex presidente de la Red del Tercer Mundo; la filipina Bernadita, coordinadora del G77 y China; la canadiense Naomi Kelin, periodista investigadora del Movimiento Antiglobalización y Socialismo Democrático, el político francés socialista, Brice Lalonde; Asad Rehman, periodista ecológico tailandés y Lumumba Di-Aping, embajador de -Sudán y ex presidente del G77.
"Ojalá (que en Tiquipaya) se pueda hacer todo lo posible y lo imposible también para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial pero la padecen. Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo Morales: el tribunal de la justicia climática y referendo mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche que desprecia la humana y pone banderas de remate a nuestros bienes terrenales", afirmó Galeano en una carta que ha hecho llegar a este punto.
La CMPCC trata de forjar un consenso que se intercale entre Copenhague y México que recibirá a la Cumbre de los 16 países más ricos del orbe en noviembre que viene.
Buscará, por lo tanto, revertir el acuerdo eufemista de Copenhague y postular, a la vez, un acuerdo que atienda, sobre todo, los derechos de la Madre Tierra.
Los presidentes de Ecuador, Rafael Correa; de Venezuela, Hugo Chávez; de Paraguay, Fernando Lugo y de Nicaragua, Daniel Ortega, y entre otros cinco vicepresidentes, de la africana Burundi, Pierre Claver y el premier de Antigua y Barbuda, Balwin Spenser, realzarán la CMPCC, junto a decenas de invitados especiales.
El encuentro fue convocado por el presidente boliviano Evo Morales tras el fracaso de la Cumbre de Copenhague que concluyó en medio de un rotundo fracaso y plagada de planteamientos evasivos y no vinculantes en diciembre último.
La CMPCC, que ha convertido a este remoto poblado boliviano en una genuina Torre de Babel, donde se debate en diversas lenguas de todas las latitudes, busca meter presión por medios pacíficos y democráticos -como un pronunciamiento mundial por vía de un referendo- para que las grandes potencias industriales reduzcan entre 25% y 40% las emisiones globales de CO2 en 2020.
Si esto no ocurriera, como ha evadido la resolución de la Cumbre de Copenhague, la temperatura en el globo aumentará más de dos grados de media y provocará, de manera irreductible, sequías, huracanes y millones de desplazados en los países en desarrollo.
La CMPCC radicará, ése su objetivo, una querella contra los líderes de los principales países emisores que han sido incapaces de lograr un pacto con medidas suficientes para evitar la catástrofe climática y que en medio de premuras parieron en Copenhague un acuerdo de pocos, no vinculante, que no contiene cifras de recorte de emisiones de CO2 ni la creación de un sistema de control internacional para verificar las emisiones de los países emergentes.
Morales lidera una iniciativa para "salvar a la humanidad y el planeta" que la CMPCC plasmará en una postura multinacional de los pueblos que sufren, en medio de la miseria, la degradación irremisible de la naturaleza.
El laureado escritor uruguayo, Eduardo Galeano, celebró en Montevideo la realización de la CMPCC en la indígena Bolivia, corazón geográfico de Sudamérica, desde donde parece emerger un grito de resistencia contra la ruina del planeta.
"Yo quiero celebrar la fuerza de la verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida vendida Bolivia", escribió al tiempo de lamentar su inasistencia a esta cita alternativa a la de Copenhague.
En medio de las protestas de miles de manifestantes y activistas pro ambientalistas, las potencias industriales plantearon en Copenhague un fondo de 30.000 millones de dólares para pagar la adaptación al cambio climático de los países pobres entre 2010 y 2012, y otro de 100.000 millones para el 2020, pero sin aclarar de dónde saldrá la financiación de un presupuesto que equivale a la sexta parte del presupuesto militar de Estados Unidos.
Copenhague postuló, como objetivo, evitar una subida de más de dos grados en la temperatura del planeta para sortear "una interferencia peligrosa" con el clima, pero remarcó el límite de que las emisiones deberán tocar techo "lo antes posible".
Al principio de la cumbre el objetivo era fijarlo en 2020 y no fija objetivos para 2050.
Mantener el nivel actual de las emisiones representa, en términos reales que, por ejemplo, Tuvulu y Maldivia, islas de la Polinesia, que apenas emergen 5 y 2 metros sobre el nivel del mar, desaparezcan en 2050 tragadas por el mar crecido, fruto del deshiele, si no se frena el calentamiento global, que azuzan todos los días las emisiones de CO2.
No frenar el calentamiento global o, lo que es lo mismo, mantener el nivel de las emisiones canalizará los planes de las potencias concernidas en este barullo, de comprar un territorio en Australia u otro país con grandes superficies, para mudar a toda la población desplazada por los estertores de la naturaleza.
EEUU, el país más contaminante del mundo per cápita que emite 20% de los gases nocivos no acepta metas de reducción de sustancias contaminantes, ni mecanismos que hiciera obligatorio un acuerdo en sentido contrario a sus intereses. Washington se dijo en Copenhague dispuesto a aceptar una meta de reducción del 6% para 2020, pero en base de los niveles de 1990, cuando se hacía imperiosa una reducción de entre el 25 y el 40%.
La emergente e industrializada República Popular China es, en la misma línea, considerado el país más contaminante en volumen de emisiones, pues tiene 5 veces más población que EEUU.
Si tal situación no recibe un freno es "evidente" que la "gran catástrofe amenaza nuestra especie", porque existe un "egoísmo ciego de una minoría privilegiada y rica" que pretende lanzar el peso de los sacrificios a todos los habitantes del planeta, dijo el líder de la revolución cubana, Fidel Castro, en un escrito publicado en diciembre último.
Al paso de este potencial descalabro saldrá la CMPCC, dijo el plenipotenciario boliviano ante NNUU, Pablo Solon.
A la cita de Tiquipaya, que busca plantar cara a la Cumbre de Copenhague, asisten además el argentino Adolfo Pérez Esquivel y la guatemalteca Rigoberta Menchú, como así invitados especiales tales como Bill McKibben, periodista ecológico; Christo Carlos, más conocido como Frei Betto, teólogo de la liberación y asesor especial del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, y Alberto Acosta, ex presidente de la Asamblea Constituyente de Ecuador.
También Corman Cullinan, de Malasia, que impulsó los derechos de la Madre Tierra; Vandana Shiva, científica, filósofa y escritora india; Miguel D´Escoto, diplomático nicaragüense y ex presidente de la Asamblea General de la ONU y José Antonio Martín Pallín, magistrado español.
Entre las personalidades mundiales que se han dado cita en Tiquipaya destaca, asimismo, Francois Houtard, sociólogo belga progresista; el suizo Martín Khor, ex presidente de la Red del Tercer Mundo; la filipina Bernadita, coordinadora del G77 y China; la canadiense Naomi Kelin, periodista investigadora del Movimiento Antiglobalización y Socialismo Democrático, el político francés socialista, Brice Lalonde; Asad Rehman, periodista ecológico tailandés y Lumumba Di-Aping, embajador de -Sudán y ex presidente del G77.
"Ojalá (que en Tiquipaya) se pueda hacer todo lo posible y lo imposible también para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial pero la padecen. Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo Morales: el tribunal de la justicia climática y referendo mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche que desprecia la humana y pone banderas de remate a nuestros bienes terrenales", afirmó Galeano en una carta que ha hecho llegar a este punto.
La CMPCC trata de forjar un consenso que se intercale entre Copenhague y México que recibirá a la Cumbre de los 16 países más ricos del orbe en noviembre que viene.
Buscará, por lo tanto, revertir el acuerdo eufemista de Copenhague y postular, a la vez, un acuerdo que atienda, sobre todo, los derechos de la Madre Tierra.
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